Este verano, paseando por Colonia, vi a un chico sin extremidades que me dejó impactado.
Me llamo la atención que iba con varios amigos, en su silla, y estaba contento, no dejaba de sonreír motivo de una conversación.
Vi una felicidad en su cara que no veía con casi la mayoría de gente con la que me crucé antes o después.
No me lo quité de la cabeza en varios días, aun hoy lo recuerdo como si fuese ayer y desde luego me hizo reflexionar mucho sobre la importancia que muchas veces le damos a ciertas cosas que no lo merecen, y lo poco que valoramos otras.

Viendo este vídeo de Nick Vujicic, parte del cual he visto en un telediario, he vuelto a recordar a ese chico que vi en Alemania.
Y he vuelto a darle vueltas al coco. Creo que sobran las palabras.